miércoles, 20 de abril de 2011

SYDNEY…un poco más que Montevideo.


Al llegar a este destino la verdad que me lleve una mala impresión o desilusión, porque note una ciudad normal, media sucia, muy transitada…me pareció que estábamos en Montevideo.
Llegamos, dejamos las valijas y fuimos a buscar un lugar para comer, yo siempre con mis ganas de probar cosas nuevas elegí un lugar de comida portuguesa, algo que nunca había ni si quiera escuchado. Bueno ya cuando habíamos recorrido un poco habíamos visto que los precios en Sydney están bastantes caribes pero este local estaba a un precio un poco más caro, evidentemente con tal de probar algo nuevo tape los numeritos que están después de los sucesivos puntos y le di para adelante. El lugar era gracioso porque supuestamente era comida portuguesa, estaban pasando música mexicana, los que atendían eran chinos y había algún cartel de Brasil en la vuelta. Mi comida a probar sería solamente una hamburguesa con cus cus, la verdad la hamburguesa mas cara… y picante del mundo! por unos instante sentí la geta dormida, después me convidaron con otra para probar pero a esa altura ya no le sentía el gusto a nada.
La siguiente atracción sería el Acuario de Sydney, ya de camino a este el panorama cambiaba y Sydney estaba mucho más bonita, lindas fuentes, una bahía bastante coqueta. Ya a esta altura me estaba dando cuenta que la preocupación por las fotos y el apuro de estar corriendo para no llegar tarde al siguiente lugar, no me dejaba disfrutar a pleno de las diferentes cosas que había hecho, así que decidí tomarme mi tiempo para el acuario… marchen más de 4 horitas para el acuario! La verdad que ese acuario no se guarda nada, desde los peces de ríos pichungos, hasta túneles de vidrio dónde te pasan por arriba tiburones. Las peceras estaban muy pero muy bien ambientadas, y estaba excelente detenerse en cada una porque en un primer vistazo no se podía apreciar todo, siempre te llevas alguna sorpresa de algún pez camuflado, o algún otro de algún color raro. En este acuario me enamoré de un bicho que ni se como se llama, pero es una mezcla de león marino, y delfín, domesticado como un perro ya que justo vi como lo rascaba uno de los cuidadores y fue genial.
Después de gastar unas buenas horas en el Acuario, Sydney, se ponía coqueta para salir a la noche. Fue realmente grata la sorpresa, ya que entramos de día al acuario y salimos casi a la noche, la bahía es realmente hermosa a la noche. Tras pasear un poquitín, bobear y sacar alguna foto, pegamos la vuelta al hostel que la verdad tiene una localización muy buena.
El segundo día ya sería un día para exprimirlo al máximo, ya que quería hacer todo… como siempre. Empecé por salir a correr a las 6 de la matina, después que llegue y desayuné me acoplé con algunos para ir al “Fish Market” dónde me daban ganas de comerme todo lo que había porque había una variedad y cantidad de camarones y langostas impresionante. Luego fuimos a Wild Life World, una especie de Zoo chico, acá ya me mentalicé en no estar tanto tiempo porque conociéndome con los animalitos me pasaría varias horas. Lo bueno que pude conocer de bien cerquita los Canguros, Cocodrilos, Walabis, Coalas, y otros bichos alucinantes, que además están muy bien ambientados.
Tras quedarme atrás y separarme del grupete en el que estaba, me pelé para la Sydney Tower, no me pareció nada del otro mundo, y para variar los otro integrantes del equipo Extrem (Nico y Silvana) me agitaron para hacer una caminata sobre la torre… y bueno tengo el si fácil para hacer cosas nuevas. No sé si fue que Nueva Zelanda que me dejó la boca abierta o qué pero la caminata tampoco fue nada raro, estuvo buena pero tampoco algo para repetir ni recomendar. A la salida de la Torre nos enteramos que había una función de cine 4D… si 4D, esperamos para ver que era y estuvo genial! Básicamente era una película presentando Australia, pero los asientos donde estábamos sentados se movían y hacían un efecto muy divertido. Salimos re copados con la peli que ni sabíamos que existía… estábamos de acuerdo que la torre valió la pena más por la película que por la torre misma.
Después de la torre fuimos camino al famoso Opera House, y estábamos bárbaro de tiempo porque habíamos calculado estar a la puesta de sol, así lo veíamos de día y en la noche. Para ir decidimos ir por el jardín botánico que la verdad quedas boca abierta de lo lindo y grande que es, una de las paradas más maravillosas que tuvimos en el jardín fue cuando vimos a un loco dándole de comer a unos papa gallos blancos. El hombre nos ofreció un poco de morfi para los bichos y fue increíble como esos pajarracos se nos trepaban encima llegamos a tener como 5 pajarracos de esos encima, fue algo muy muy divertido.
Obviamente metimos Opera fotos pa acá pa allá, después de pasar todo el día casi sin comer el hambre era un bichito que golpeaba la pancita. Llegada la noche nos pudimos deleitar con el paisaje maravilloso de la bahía conjugado con los barcos que pasaban y el teatro Opera y el puente hermoso, era una paisaje que nos tenía shockeados.
Después de súper deleitarnos con el olor, el paisaje, el sonido de la noche de Sydney, vimos que al aire libre habían unos lugares para comer en la falda del Opera… tras pensarlo un segundo tiré la idea de comer ahí…ni un solo no se escuchó y ni una sola discrepancia. Fue un momento sublime, era algo que queríamos recordarlo para siempre, sacar fotos, a su vez disfrutarlo al máximo y bueno tuvimos que comer en ese marco, con una botellita de champú, ensalada de camarones… el viatico se disparó a las nubes pero realmente valió la pena!!!
Ya con las últimas fuerzas nos vinimos para el hostel, y yo quería pegarme una siestita para recuperar un poco, al llegar se me da por ir al comedor y estaban haciendo drink games (juegos para emborracharse) y había sangría gratis… ta no me puedo acostar. Al ratito cae el resto de la gente y ya nos quedamos un rato ahí, la gente del hostel también nos llevaría a un boliche con entrada y un trago…gratis! Bueno arrancamos viaje para el boliche, yo hasta con lentes de sol puestos, los otros con las mochilas, a esta altura ya ignorábamos totalmente al cansancio de un día en el que metimos pata a loco y le exprimimos hasta la última gota.
Al siguiente día teníamos que partir a eso de las 3pm, entonces nos dedicamos a recorrer los hermosos parques y visitar el museo de arte… sin duda que el arte no es algo que me llame la atención porque ví Van Ghog, Monette, Picaso y no había ninguno que me gustara...seguramente para los amantes del arte sea tremendo museo, yo a los 10 minutos ya me recorrí los 3 pisos del gigante museo.
Si bien en un principio Sydney no fue nada especial, las experiencias vividas, sus paisajes, construcciones y entorno, hicieron de este destino algo realmente maravilloso, llegando a la conclusión que la estadía en Sydney fue un poco más que una en Montevideo.

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